4. Diseño de espacio
Todas las noches, a eso de las doce, levantaba el picaporte de la puerta y la abria; pero ¡qué suavemente! Y cuando quedaba bastante espacio para pasar la cabeza, introducia una linterna sorda bien cerrada, para que no filtrase ninguna luz, y alargaba el cuello. ¡Oh!, os hubierais reído all ver con qué cuidado procedía. Movía la cabeza, muy poco a poco, para no perturbar el sueño del viejo, y necesitaba al menos una hora para adelantar lo suficiente a fin de ver al hombre echado en su cama.
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